
Noticias 02
-ARTICULO DE EL PERIODICO EL CORREO EDICCION ALAVA DEL DIA 27 DE FEBRERO DE 2015:
Cuando los embalses rugen

Sesenta metros cúbicos por segundo de agua cayendo desde una altura de veintiséis metros meten un ruido atronador que se oye a varios kilómetros de distancia
Sesenta metros cúbicos por segundo de agua cayendo desde una altura de veintiséis metros meten un ruido atronador que se oye a varios kilómetros de distancia. El espectáculo es grandioso y atrae a una tropa de inquietos ciudadanos a disfrutar de la presa rugiendo como una catarata natural. Tanta belleza tiene otra cara poco amable. Suena a tambores de inundación y, río abajo del principal curso fluvial del territorio, vecinos de Arrazua Ubarrundia, Vitoria, Iruña de Oca, La Puebla de Arganzón o Armiñón viven con preocupación lo que para otros es una fiesta.
Desde que se construyeron las presas de Ullíbarri y Urrúnaga, y su complejo hidroeléctrico, en la década de los años cincuenta, Vitoria y Álava reviven periódicamente el mismo dilema. ¿Qué importa más, la seguridad de una ciudad situada a apenas siete kilómetros en línea recta de sus compuertas o el abastecimiento de agua de un millón y medio de vascos? ¿Las inundaciones pueden evitarse? No son preguntas retóricas. Se juegan vidas humanas y cientos de millones de euros cada vez que el Zadorra quiere enseñar sus derechos de propiedad.

Columpios en Abetxuko, en una zona que se inunda de forma periódica. / J. ANDRADE
La vieja memoria del agua que ha pasado de generación en generación dibujaba perfectamente los lugares inundables. Allí donde el río alcanzaba su máximo nivel se marcaba la línea donde no se edificaba. Esos espacios se respetaban por temor al Zadorra, que estaba ahí, esculpiendo la Llanada (el origen etimológico de Álava es llanura) mucho antes que la ciudad, sus gentes y sus viviendas. Pero la presión humana y, especialmente, la puesta en funcionamiento de los embalses cambió el comportamiento del río y creó una sensación falsa de seguridad que animó a invadir sus cauces. Hay muchos ejemplos, pero quizá uno de los más gráficos sea ese parque infantil de Abetxuko que se inunda de forma periódica en cuanto se abren las compuertas de Ullibarri.
Épocas de caudal seco
Un estudio de la profesora de la UPV Askoa Ibisate sobre la "Variación del riesgo de inundaciones en el Zadorra" determinaba que antes de los embalses la media era de seis crecidas por año. Después ha pasado a una. También se ha regulado el caudal, que es menor en invierno y mayor en verano. Aquí se recuerda que el Zadorra se llegaba a secar, algo que ahora no sucede.
Por el contrario, una mayor cantidad de vegetación y la fijación de lodo por falta de avenidas provoca que, con menos caudales, las crecidas puedan ser más peligrosas. El estudio de la UPV concluye también que la propia gestión de los desembalses, cuánto y cuándo se desagua, se ha convertido en un factor de incremento de los daños al ajustarse al máximo las curvas de seguridad y de garantía, y retrasarse al máximo el desembalse.
Pero, ¿cómo se gestó el pantano?
Gamboa, 10 de mayo de 1957. El gobierno del dictador Franco decreta la disolución del municipio alavés -que se extendía por aquel entonces por más de 40 kilómetros cuadrados- y su división entre los pueblos vecinos. La construcción del pantano de Ullíbarri-Gamboa, cuya obra había comenzado diez años atrás, amenazaba con inundar buena parte del municipio y sus más de 600 vecinos no tuvieron más remedio que partir. Unos a Vitoria; otros, a Aretxabaleta; algunos a Eibar...
Esta aldea, como la mayor parte de las de la zona, quedó prácticamente sepultada bajo las aguas. Fue entonces cuando aquellos vecinos se despidieron de sus casas, de sus tierras de cultivo, de sus pueblos. Muchos para no volver.
Una descendiente de una de las familias expropiadas del pantano y vecina, además, de Ullíbarri-Gamboa, María Jesús Bilbao publicó hace ahora un lustro un prolijo trabajo de investigación y documentación que se ha convertido en una obra de obligada consulta para conocer la intrahistoria del complejo proceso de construcción del pantano. Porque a ella las preguntas y las dudas le asaltaron también desde siempre. ¿Por qué se tuvo que construir aquí? ¿Por qué no se pudo hacer en otro lado? Ésta era la gran incógnita hasta que la autora dio con los archivos que la empresa constructora del pantano -Saltos y Aguas del Zadorra- cedió a la Diputación foral de Vizcaya.
La respuesta se llama Manuel Uribe-Echevarría, el ingeniero bilbaíno -«un visionario», en palabras de María Jesús- que, ante el déficit de energía eléctrica que arrastraba España desde la década de los años 30, solicitó al Ministerio de Obras Públicas la concesión pertinente para poder verter al Cantábrico las aguas que hasta entonces desembocaban en la cuenca mediterránea.
«En la zona -contaba la historiadora- se daban las condiciones adecuadas de lluvia y altitud. Se encuentra 500 metros por encima de Bilbao, así que el ingeniero se encontró con un salto natural de agua para hacer energía de medio kilómetro». Hoy, casi 60 años después y tras una década en construcción, los pantanos del Zadorra abastecen a más de un millón de personas de Álava y Vizcaya.
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Articulo publicado en la revista Zuiakaria 10, de la cuadrilla de Zuia, Diciembre 2013
Los 2 clubs náuticos del embalse de Ullibarri-Gamboa cumplen medio siglo de vida
50 años viento en popa, a toda vela
Club Náutico Aldayeta
“Aquí tenemos condiciones magníficas para navegar. Si entra el noroeste, del Gorbea, pega bien. Si entra el Sur, es impresionante la velocidad que coges. Además es un sitio paradisíaco. Cuando lo descubre la gente de la costa, ya no te llaman más marinero de agua dulce ”. Lo afirma, con una amplia sonrisa, el presidente del Club Náutico Aldayeta, Juanjo Orozko. Un bizkaino enamorado de la vela que se ha propuesto difundir a los 4 vientos el potencial del Aldayeta. Un club que “funciona como una sociedad, donde prima un ambiente muy familiar, pero sin olvidar que nuestro objetivo es el deporte, el contacto con la naturaleza y la práctica de la vela”. Precisamente trabajan sin descanso parallevarse a Nanclares de Gamboa alguna prueba de vela. De momento no han conseguido elapoyo de las federaciones, pero no piensan rendirse. Donde sí están dando resultado las gestiones realizadas es en piragüismo. La Federación Alavesa está integrada en el Aldayeta y este año han acogido dos pruebas oficiales: la IX Copa de Euskadi Kayak de Mar y la XV Copa de Euskadi de Ríos-Maratón.
Homenaje a Unai Basurko
En verano homenajearon además al navegante Unai Basurko. Gran amigo del Club, en su último viaje a la Antártida Basurko contó con 2 socios del Aldayeta dentro de la 3ª tripulación que trajo su velero de Argentina a Getxo. Pasado el estío, los barcos se guardan, pero la actividad no cesa. Una vez al mes se reúnen los socios con la excusa de pintar las instalaciones, dar un paseo por el monte, celebrar una comida o planificar la próxima temporada. Entre los retos del 2014, pretenden aumentar la actividad y el número de asociados: “que vengan nuevas familias con niños, que son nuestro futuro. Estamos hablando también con el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, para que organice aquí cursos deportivos”, explica Orozko. Y nos recuerda que Aldayeta “está abierto a toda la Cuadrilla de Zuia y al resto de Álava”.
Club Náutico de Vitoria
Para celebrar sus bodas de oro, el Náutico de Vitoria vivirá el próximo 21 de diciembre un día muy especial. Va a reunir a todos sus miembros en una comida donde se homenajeará a quienes cumplen 25 y 50 años como socios. Una cita, nos cuenta Juan Carlos Conde, su presidente, que les hace mucha ilusión. Y es que el 50 es un número muy significativo para ellos. Este verano la prueba deportiva más importante del Club, la Regata de San Prudencio, ha cumplido 50 ediciones. Y, coincidiendo con el 50 aniversario del náutico, han organizado también el 50º Campeonato de España de la clase Vaurien. Además, han acogido el Campeonato de Euskadi de Vela RC.
Escuela de Vela
A lo largo de su historia, el C.N. de Vitoria suma más de una decena de competiciones nacionales de vela, esquí acuático y remo. Eso sin olvidar otra carrera presente en su calendario desde los inicios: la tradicional Regata de la Virgen Blanca, en el mes de julio. Otro punto fuerte del Club es su Escuela de Vela para el equipo de regatas. Funciona durante todo el año con chicos y chicas que entrenan los fines de semana para acudir a los campeonatos nacionales y autonómicos. Fruto de ese trabajo, “de nuestro embalse han salido campeones del mundo como Mikel Álvarez y Jaione Ayastuy”, cuenta orgulloso el presidente. Junto al aspecto deportivo, el Náutico de Vitoria destaca también por ser un club familiar. “La tranquilidad que ofrecen nuestras instalaciones hace que sea un lugar ideal para que toda la familia disfrute”, explica Juan Carlos Conde. Otro apasionado de la vela que se reconoce enganchado al pantano de Ullibarri-Gamboa. “Disfrutas de la naturaleza y los espacios abiertos, sientes el viento en la cara, con una mezcla de sensaciones develocidad y silencio... es algo muy especial”.
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-ARTICULO DEL PERIODICO EL CORREO EDICCION ALAVA DEL DIA 19 DE ENERO DE 2013:
Las fuertes lluvias ponen en jaque a los embalses y a toda la cuenca del Zadorra



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-ARTICULO DE EL CORREO EDICCION ALAVA DEL DIA 25 DE NOVIEMBRE DE 2013:
Una gran obra de ingeniería

DATOS HISTÓRICOS
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Abrir un grifo o encender una bombilla es un gesto carente de misterio para un millón cien mil vascos, la mitad de la población de la Comunidad Autónoma. Lo que la mayoría de ellos desconoce es que el agua de sus casas y parte de la electricidad que consumen les llega a través de un complejo sistema de presas y saltos, una sorprendente obra de ingeniería de la década de los cincuenta.
Tras el muro grisáceo de medio kilómetro que cierra el embalse de Ullíbarri-Gamboa se esconde una presa de bóvedas y contrafuertes, como una gigantesca escultura de hormigón, revestida de piedra labrada una a una. Actualmente sería imposible acometer un proyecto así. Está situado a unos 7 kilómetros al Norte de Vitoria y almacena las aguas del río Zadorra. La de Almendra, en Salamanca, por poner un ejemplo, contiene 2.649 hectómetros cúbicos de agua frente a los 147 de la alavesa y tiene una altura máxima de 202 metros ante los cortos 36 de Ullíbarri. Las técnicas de construcción, sin embargo, fueron tan excepcionales que 56 años después de su llenado los trabajos de mantenimiento son mínimos.
Una presa hueca
La sorpresa salta al entrar por una pequeña puerta metálica en la pared de apariencia ciclópea. De repente, como si algún fantástico animal hubiera quitado las piedras, asoman las 25 bóvedas, de unos 20 metros de altura, de una catedral de hormigón que los ingenieros llaman patios. La presa está hueca por dentro. Las paredes están festoneados por las cales blancas que suda el hormigón y algunas goteras. Al otro lado del muro de casi tres metros de grosor las reservas vascas de agua presionan en busca de su salida natural al mar Mediterráneo. Todavía se ven los dibujos del encofrado y parece que acabaron apresuradamente porque las pasarelas que comunican un patio con otro están hechas de las barillas de la ferralla sobrante.
La sala de controles está llena de paneles. En un cuadro de cotas aparece la cifra clave: 546,5 metros, el nivel máximo permitido. La tecnología permite conocer al instante ese dato fundamental en todas las salas de control de Iberdrola y del resto de usuarios del embalse como Aguas Municipales de Vitoria (Amvisa) o el Consorcio. En febrero de 2003, durante una de las inundaciones más terribles que se recuerda se estuvo a un centímetro del desbordamiento de la presa.
El único ruido dentro de la estructura del dique es una vieja turbina Siemens tipo 'Francis', encargada de bombear desde el embalse al cauce del Zadorra los 675 litros por segundo que corresponden al caudal ecológico que mantienen la vida del río, desprovisto, sin embargo, de cienos y lodos que tanto enriquecen las tierras de las orillas .
Concesión republicana
El vizcaíno Pedro Bernardo de Villarreal fue considerado en el siglo XVII el primer ingeniero genuino de presas y otro, Manuel Uribe Echevarría, pidió en 1926 la concesión del aprovechamiento del Zadorra y sus afluentes. Se la otorgó el Gobierno de la II República como el primer gran trasvase de cuenca a cuenca permitido en España, sin apenas rechazo. En 1945 la concesión pasa a Altos Hornos de Vizcaya y en 1947 a Aguas y Saltos del Zadorra que ejecuta las presas y el salto.
Una galería de 2,50 metros de diámetro y 3,5 kilómetros de longitud con una capacidad de 7 metros cúbicos de agua une Ullíbarri con el embalse de Urrúnaga o Villarreal, situado a casi 10 kilómetros al Norte de Vitoria. Esta presa, de 72 hectómetros cúbicos, regula las aguas del río Santa Engracia. Es uno de los talones de Aquiles del sistema. El tubo es estrecho para acoger el volumen lo que entra por la cuenca del Zadorra. «Ullíbarri se llena lentamente, pero puede ser un verdadero monstruo», advierten los expertos. El temor a abrir las cinco compuertas de Urrúnaga, preocupa a los gestores de los embalses.
Presas gemelas
Las presas de Urrúnaga y Ullíbarri son gemelas. El mismo diseño, igual hormigón, la misma piedra caliza y oscura de Landa, labrada por canteros gallegos y traída mediante un teleférico. Pero a algunos vecinos de Urrunaga la modernidad de aquella obra fue el quebranto de salir de sus casas situadas en el mismo muro de la presa de Urrúnaga y construir otra con las vigas, los cuarterones y las piedras que se pudieron coger apresuradamente. A dos reales el comunal y a una peseta el metro cuadrado de la finca. Los afectados por la pérdida de sus tierras aún recuerdan con tristeza aquel decenio maldito.
Tras viajar por una tubería de 12,5 kilómetros, el agua de los embalses cae 328 metros en vertical con la fuerza suficiente para mover turbinas y generadores de la central subterránea de Barázar. Todo el suministro de Bilbao se aprovecha hidroeléctricamente en su caída con cuatro grandes generadores.
Las galerías de la central hidroeléctrica se abrieron a barrenazos de dinamita. Los obreros tenían que andar 756 metros bajo tierra, y atravesar zonas de aguas sulfurosas, para alcanzar las cámaras de la central, que se abren como un templo de hormigón en el corazón del monte Barázar. Las condiciones de trabajo eran malaísimas. Muchos murieron electrocutados con las lámparas portátiles y aplastados entre muros que se venían abajo. Trabajaron 3.500 obreros.
Fue una obra que transformó paisajes, cambió la forma de vivir de mucha gente, atrajo a una gran inmigración y anticipó el gran desarrollo del País Vasco en la década de los sesenta. Todavía el agua que bebemos y parte de la luz que nos ilumina depende de este peculiar 'gruyere' de túneles y galerías abierto en la Llanada Alavesa y en Barazar hace 56 años.
Desaparece Gamboa
Con motivo de la construcción del pantano desapareció el municipio de Gamboa. Gamboa estaba formado por los pueblos de Azúa, Garayo, Larrínzar, Marieta, Mendíjur, Mendizábal, Nanclares de Gamboa, Orenin y Zuazo de Gamboa. Su término municipal se extendía por 41,14 km2. En 1940 contaba con más de 630 vecinos.
La construcción del embalse del Zadorra,hizo que el 10 de mayo de 1957, el gobierno decretara la disolución del municipio de Gamboa y su división entre los municipios vecinos.
El reparto se hizo de la siguiente manera: Garayo, Larrínzar, Marieta, Mendíjur y Zuazo de Gamboa fueron al municipio de Barrundia; Nanclares de Gamboa y Mendizábal fueron absorbidos por Arrazua-Ubarrundia y finalmente Azúa y Orenin por el municipio de Elburgo.
Una vez que se procedió al llenado del embalse la mayor parte de los pueblos se vieron afectados de una u otra manera por la inundación. Mendizábal y Orenin, por ejemplo, quedaron totalmente sepultados bajo las aguas desapareciendo para siempre.
Garayo se vio afectado también casi totalmente por la inundación, aunque se salvara alguna casa. Ello hizo que el pueblo quedara prácticamente despoblado. Actualmente Garayo ha sido reconvertido en zona de baño y esparcimiento.
Zuazo de Gamboa se salvó de la inundación, pero quedó convertido en una isla en mitad del pantano, por lo que acabó también despoblado. Actualmente es utilizado como campamento de colonias juveniles por la Diputación de Álava.
Azúa y Nanclares de Gamboa quedaron a orillas del lago. Sin embargo sus habitantes perdieron muchas tierras de cultivo y se vieron obligados a emigrar. Azúa quedó deshabitado y Nanclares, sin llegar al mismo extremo, si vio reducida su población en gran número e incluso perdió la condición de concejo.
Progresivamente los antiguos concejos de Gamboa fueron también extinguiéndose de forma oficial: Zuazo de Gamboa (15-1-1959), Mendizábal (2-3-1959), Azúa y Orenin (2-4-1959), Nanclares de Gamboa (31-5-1961) y finalmente Garayo (15-6-1961).
Las poblaciones que menos sufrieron por la recrecida del embalse fueron Marieta, que se fusionaría con la vecina Larrínzar en un único concejo y Mendíjur. Estas dos poblaciones sigen existiendo como concejos en la actualidad, aunque también se vieron afectados por la construcción del embalse, ya que también perdieron tierras de cultivo.
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